Comentario
Los restos de las viviendas y poblados contemporáneos de las tumbas de pozo son casi inexistentes y muy endebles.
Hay que esperar a las reconstrucciones de las ciudades aqueas, a partir de fines del siglo XV y del comienzo del Micénico Reciente, para estudiar y definir las principales características de la arquitectura micénica:
- El hábitat se dispone siempre sobre una colina destacada, de fácil defensa y situada estratégicamente, en los bordes de los valles o en las proximidades del mar, en posición dominante sobre el territorio sometido.
- Dentro de la aldea, ocupando la parte más alta de la colina, se construye la residencia principesca según el esquema del mégaron. La disposición de las diferentes habitaciones alrededor del mégaron principal se realiza ordenadamente, con un claro sentido urbanístico, dando lugar a la ciudadela o acrópolis dentro de la ciudad.
- La fácil defensa de la colina se apoya en unas potentes murallas, construidas con enormes bloques de piedra sin tallar y colocadas unas sobre otras, en seco. Es el denominado aparejo ciclópeo, debido a que los griegos clásicos atribuyeron su construcción a los Cíclopes, al pensar que esta obra excedía la fuerza y las necesidades de los humanos. Algunos tramos de murallas midieron hasta 15 m de altura.
- El acceso, en empinadas rampas, es controlado por entradas monumentales, construidas en bloques más o menos trabajados y ajustados entre sí. Sobre el dintel de entrada se sitúa el llamado triángulo de descarga, formado por la aproximación de las hiladas de piedra, para evitar su ruptura; ello sucedería si se cargase sobre él el peso del muro.
- Además de la puerta principal, es común la existencia de otras entradas, generalmente más reducidas (poternas), protegidas por torres y estructuras en forma de U, haciendo casi imposible el acceso por las malas, debido al control del lado indefenso de los atacantes. Este dispositivo militar de entrada en embudo parece una invención indoeuropea, presente tanto en Grecia como en Asia Menor (Troya y el Imperio hitita).
- La ciudadela o acrópolis, donde se ubica el palacio micénico y sus edificios anejos, cuenta con su propio sistema de defensa, a base de otros recintos amurallados interiores. El camino de entrada hacia ella asciende por la colina a través de rampas y escalinatas. De trecho en trecho y llegada la ocasión, poderosas puertas cierran el paso; todo parece indicar una necesidad de aislar el palacio más bien de un posible enemigo interior que de otro externo.
- El palacio constituye un edificio cerrado, organizado por un eje longitudinal, en contraste con el palacio minoico. La base del palacio es el mégaron, tal como el descrito para el nivel de Troya II. La fachada es un dístilo in antis, es decir, dos columnas sostienen el porche, entre dos paredes rematadas en antas. A través del vestíbulo se accede a las habitaciones, unas detrás de otras. La habitación principal o salón del trono está centrado en torno a la eschara u hogar, rodeado por cuatro columnas que sostienen el piso superior y la abertura de salida de humos, convertida a la vez en pozo de luz.
- La columna está tomada del modelo minoico: su grosor desciende de arriba abajo y su basa es una rodaja de piedra, cuando no está encajada en el suelo del mégaron, en un hueco dispuesto a tal efecto. El fuste es, con frecuencia, acanalado, tal como lo señalan las huellas dejadas por las estrías en el pavimento que, en tierra batida y cada vez que se renueva, capa a capa, va cubriendo la parta baja de las columnas, haciendo las veces de un molde.
- Los suelos, como ya se ha dicho, eran de tierra batida de gran calidad. Su acabado incluía la pintura de motivos geométricos y algún que otro animal estilizado (casi siempre pulpos y delfines), en un motivo de cuadrícula al modo de los actuales suelos de terrazo.
- Las paredes, construidas de mampostería y sillares en las esquinas y algún zócalo, están armadas con postes de madera. Los paramentos se recubrían de estuco y eran decorados con pinturas al fresco. No se han conservado las cubiertas, aunque es de imaginar que fuesen de carpintería, con el tejado plano y aterrazado.
- Las casas son generalmente de un piso, aunque hay algunas que muestran la existencia de escaleras de subida a otro superior. Se disponen más o menos ordenadamente, en terrazas escalonadas siguiendo el contorno de la colina, con calles anchas y escalinatas que unen unas partes con otras.
- A fines del Minoico Reciente, a partir de 1300, las principales acrópolis se dotan de unos accesos monumentales a las fuentes, desde dentro de las murallas, que aseguren el aprovisionamiento de agua en caso de sitio.
- Tanto dentro como al exterior de las murallas, muchas casas han dejado huellas que revelan su función de almacenes, talleres artesanales, lagares, cocinas y cuerpos de guardia. Las ciudades micénicas vienen a ser el trasunto continental de los palacios minoicos; grandes centros administrativos, políticos y artesanales, aunque muy diferentes en cuanto a su disposición, carácter y extensión. Pilos es una de las ciudades micénicas más amplias y llega tan sólo a la cuarta parte de la superficie de Cnosós.
Las principales ciudades-palacio micénicas fortificadas que conocemos hoy día son Micenas, Tirinto, Pilos, Atenas, Tebas y Gla (Arpe, en Beocia, no muy citada en las fuentes literarias, pero de enorme extensión). Otras ciudadelas menores, algunas fortificadas, son Iolkos (Tesalia), Orcómenos (Beocia), Delfos (Fócida), Maratón, Brauron, Espata, Menidi, Thórikos y Eleusis (Atica), Midea, Lema y Asine (Argólida) y Amiklai (Laconia). En las islas, Delos y Keos (Cícladas) junto a Ialysos (Rodas) han dejado restos de una etapa de fuerte dominio micénico.